"Yo no pretendo enseñarte lo que es el mundo me falta también, pero vale la pena disfrutar cada día con mas Flow. Di lo que sientas, has lo que piensas, da lo que tengas y no te arrepientas. Serás del tamaño de tus pensamientos, no te permitas fracasar y sino llega lo que esperabas no te conformes jamás te detengas... No te límites por lo que digan, sé lo que quieras, pero sé tu mismo, y ante todas las cosas nunca te olvides de Dios".

martes, 13 de septiembre de 2011

Porqué nos cuesta reconocer a los demás

El reconocimiento es poderoso: Energiza tanto al que lo expresa como al que lo recibe. Nos completa: Hay cosas que no sabemos de nosotros mismos, a menos que alguien nos lo diga. El reconocimiento nos equilibra, dado que estamos acostumbrados a centrarnos en lo malo, lo bueno lo damos por sentado. Un  buen reconocimiento es un gesto de gratitud muy valorado. Como dijo Gertrude Stein, a nadie le sirve de mucho la gratitud silenciosa. Sin embargo, no solemos reconocernos a nosotros mismos. Desde que empezamos a formar parte del sistema educativo, hay un énfasis mucho mayor en destacar los errores que los aciertos. ¿Será por eso que también nos cuesta reconocer a los demás?...
 Unos años atrás el editor jefe de la revista Fortune  se solazaba en decir que jamás había que reconocer a nadie. Cuando le preguntaron por qué no, contestó:” La gente que es buena sabe que es buena. No necesitan escucharlo”. Sin embargo, en el libro The Carrot Principle, los consultores Adrian Gostick y Chester Elton explican que la gente trabaja con mucho más entusiasmo si tienen un jefe apreciativo.
El estudio se realizó a una muestra de 200.000 ejecutivos durante un periodo de 10 años, y se encontró con que las empresas que fomentan la cultura del reconocimiento y el agradecimiento tienen ganancias muy superiores a las que no lo practican. Evidentemente, las personas sí necesitan escucharlo.
La gratitud, cuando es sincera y no un mero disfraz social, nos reporta muchas satisfacciones: mejora nuestras relaciones personales, nos ayuda a sentirnos conectados con todo lo que nos rodea y a ser más alegres y humildes. Como dice una cita del filósofo chino Lao Tse: “El agradecimiento es la memoria del corazón”. Más aún: los estudios psicológicos han demostrado que las personas agradecidas son menos egoístas, negativas y arrogantes, ya que son conscientes de que forman parte de un entramado social en el que todo el mundo pone su granito de arena. Por eso, quizá sea en el terreno laboral donde más beneficios cosechamos al ser agradecidos. Una persona que agradece sinceramente los esfuerzos y el trabajo de sus compañeros o subordinados hace que los demás se sientan valorados y quieran colaborar con ella, porque demuestra que sabe trabajar en equipo y que no se siente superior ni inferior a los que la rodean.  Entonces… ¿Por qué no reconocemos como corresponde a los demás?   
Porque no nos reconocemos a nosotros mismos. Una de las mayores necesidades del ser humano es la de autoreconocimiento, si no lo tenemos, se convierte en uno de los grandes obstáculos para sentirnos merecedores de alcanzar nuestras metas. Y, por supuesto, puede afectar el modo en que reconocemos a los demás. Por la creencia errónea de que, si reconocemos a las personas, van a vanagloriarse. “Si le digo todo lo bueno que es, me va a pedir un aumento de sueldo”.
Por no saber cómo hacerlo. A veces se piensa que es algo muy complicado o que puede llevar mucho tiempo, y entonces, bajo ese pretexto, no lo hacen. Sin embargo puede marcar una enorme  diferencia una breve nota manuscrita que simplemente diga: “Felicitaciones por tu desempeño en la reunión que mantuviste con el cliente”, o una llamada telefónica a una amiga para decirle: “Gracias por invitarnos a comer anoche, la comida fue exquisita y nos hiciste pasar un momento muy agradable”.
Por no darle la importancia que se merece, creer que no es algo muy necesario y que, de todas maneras, la otra persona ya lo sabe.
Claves del reconocimiento efectivo
Hay quienes, aún con buena intención, no logran que su reconocimiento sea efectivo. Un “gracias por todo” o “buen trabajo” puede no ser suficiente. Para que el reconocimiento tenga efecto, debe cumplir determinados requisitos:
Tiene que ser merecido, es decir, verdadero; ni inventado ni exagerado; ni para quedar bien, ni para manipular.   

  Tiene que ser inmediato, lo más cercano posible al hecho que lo motiva, y centrado en la acción, en lo que la persona hizo:”Este informe es una maravilla” en lugar de “Tu eres una maravilla”.
Individual. Aunque sea un trabajo en equipo, es importante hablarle a cada una de las personas, llamadas por su nombre.  

Específico, que describa qué es lo que motiva el reconocimiento; se debe señalar hechos, conductas o actividades puntuales.
Sostenido: No basta con hacerlo una vez al año, sino todas las veces que sean posibles.
Espontaneo: Expresar la admiración con la mayor naturalidad, sin miedo, sin vergüenza, con emoción. “Lo que hiciste significo mucho para mí”.