"Yo no pretendo enseñarte lo que es el mundo me falta también, pero vale la pena disfrutar cada día con mas Flow. Di lo que sientas, has lo que piensas, da lo que tengas y no te arrepientas. Serás del tamaño de tus pensamientos, no te permitas fracasar y sino llega lo que esperabas no te conformes jamás te detengas... No te límites por lo que digan, sé lo que quieras, pero sé tu mismo, y ante todas las cosas nunca te olvides de Dios".

lunes, 19 de septiembre de 2011

Un cambio positivo en la conciencia

¿Qué pasa con el ego? ¿Por qué habría que desmontarlo? ¿Si no tengo ego, quién soy? Soy lo que pienso, mis ideales, mi imagen física. Soy la conciencia que observa a los pensamientos, al ego. Somos algo que está más allá de nuestra mente limitada. Somos el ser. La decisión de hacer que el momento presente sea tu amigo representa el final del ego, que nunca podrá estar en sintonía con el presente, es decir en sintonía con la vida. Observamos que casi todos nuestros pensamientos se refieren al pasado o al futuro, y nuestro “sentido del yo” depende del ayer, para nuestra identidad, y del mañana, para nuestra realización. Para el ego, el momento presente es, en el mejor de los casos, un medio para conseguir un fin, y casi siempre representa un obstáculo que nos impide llegar a conseguir lo que realmente queremos.
El nuevo mundo
Las cosas, los cuerpos y los egos, lo que nos sucede, lo que pensamos, sentimos, los deseos, las ambiciones, los miedos… Llegan a nuestras vidas fingiendo ser importantísimos y, antes de que nos demos cuenta, se han ido. ¿Fueron reales en algún momento? Como dice Tolle: “Nuestro propósito ahora es despertar del sueño. Cuando estas despierto dentro del sueño, el drama terrenal creado por el ego llega a su fin y surge un sueño más benigno y maravilloso. Esto es el nuevo mundo.”  

El espacio interior
No resistirse, no juzgar y desapegarse son los tres aspectos de la verdadera realidad, que dan paso al espacio interior. Cuando dejamos de estar completamente identificados con las formas, la conciencia (lo que somos) queda liberada de su aprisionamiento en la forma. Esta liberación es la aparición del  espacio interior. Llega como una quietud, una sutil paz en lo más profundo de ti, incluso ante algo aparentemente malo. De pronto, hay espacio alrededor del dolor. Y sobre todo hay espacio entre nuestros pensamientos. “Y de ese espacio emana una paz que no es de este mundo”, escribe Tolle, “porque este mundo es forma y la paz es espacio. Esta es la paz de Dios”. Cuando vemos y aceptamos la transitoriedad de todas las cosas y la inevitabilidad del cambio, podemos disfrutar de los placeres del mundo mientras duren, sin miedo a perderlos y sin angustia.
La realización espiritual
Cuando oímos hablar del espacio interior puede que empecemos a buscarlo, pero como lo estamos buscando como si fuera un objeto o una experiencia, no lo vamos a encontrar. Este es el problema de los que buscan la realización espiritual o la iluminación. Por eso Jesús dijo:”El reino de Dios no llegará con señales visibles, ni podrá decirse ‘helo aquí o allí’, porque está dentro de vosotros”. Puede que en tu vida ya esté surgiendo esporádicamente el espacio entre pensamientos y es posible que ni siquiera lo sepas. A veces ocurre que, cuando intentamos ser conscientes de nosotros mismos, nos convertimos en un objeto, en una forma de pensamiento. Y de lo que somos conscientes es de una forma de pensamiento, no de nosotros mismos. ¿Te parece un lío? Respondamos a tus dudas…  
¿Cómo sé que estoy en el espacio interior?
Si no te pasas toda la vida descontento, preocupado, ansioso, deprimido, desesperado, o consumido por otros estados negativos. Si eres capaz de disfrutar de cosas simples como escuchar el sonido de la lluvia o el viento. Si puedes estar a solas en ocasiones sin sentirte solo, ni necesitar el estimulo mental de una diversión. Si puedes tratar a un completo desconocido con amabilidad sincera sin desear nada de él.
Hay una sensación de bienestar, de paz, aunque pueda ser sutil, que puede ir desde una sensación de contento que apena se nota, hasta lo que los antiguos sabios de la India llamaban ananda, la felicidad del Ser.
¿Por qué son las cosas mínimas las que aportan mayor felicidad?
Porque la verdadera felicidad no está causada por el objeto o el suceso, aunque esto sea lo que parece a primera vista. La forma de las cosas pequeñas deja sitio para el espacio interior, y es de aquí de donde emana la verdadera felicidad del Ser.
¿Es importante la meditación?
Para ser consciente de las cosas pequeñas y silenciosas, tienes que estar callado por dentro. Se requiere un alto grado de alerta, de silencio interior, de meditación.
¿Hay alguna otra forma de encontrar el espacio interior?
Se consciente de que eres consciente. Di o piensa: “Soy”, sin añadir nada. Sé consciente de la quietud que sigue al “Soy”. Siente tu presencia, el ser desnudo, sin velos ni vestiduras. No abuses de la televisión. El alcohol o las drogas, ya que te llevan a la inconsciencia. Ríete; la risa es extraordinariamente liberadora y curativa.

  Adicciones compulsivas
Si tienes una pauta de conducta compulsiva como fumar, comer en exceso, beber, ver la televisión…, cuando notes que surge en ti la necesidad, párate y haz tres respiraciones conscientes. Después, durante unos minutos, sé consciente de la “urgencia compulsiva”. Haz unas respiraciones conscientes más; después puede desaparecer la compulsión.
Tu cuerpo es el ancla
Siempre que te sea posible utiliza la conciencia del cuerpo interior para crear espacio. Cuando estés esperando algo, escuchando a alguien o haciendo una parada en el día, siente al mismo tiempo la vida interior. Para ello recorre tu cuerpo mentalmente reconociendo las sensaciones físicas que percibes, sin juzgarlas o intentar cambiarlas. Siente la vida dentro de tu cuerpo como un hormigueo, una energía que fluye dentro de ti.
Deja que tu ego adelgace más y más
El ego está siempre en guardia contra cualquier cosa que perciba que puede disminuirlo. Cuando nos culpan o nos critican, necesitamos, como dice Echkart, “restaurar la forma mental del yo”. Y justificamos, defendemos o culpamos a los demás. Si el otro tiene o no razón, al ego le da igual con tal de auto-preservarse.

Práctica espiritual muy potente
Consiste en permitir la disminución de tu ego sin intentar restaurarlo. Por ejemplo, cuando alguien te critica, te culpa de algo o te insulta, en vez de contraatacar inmediatamente o defenderte, no hagas nada. Deja que la imagen del “Yo” se vea disminuida y ponte alerta a lo que ocurre muy dentro de ti. Durante unos segundos puede que te sientas incomodo, como si hubieras encogido. Después sentirás un espacio interior que está intensamente vivo. No has  quedado disminuido en absoluto, sino que en realidad te has expandido. Y te das cuenta que, al hacerte “menos”, te haces más. Cuando dejas de defenderte, te libras de la identificación con la imagen mental del “Yo” y dejas sitio para que surja el Ser.
A través de una forma aparentemente debilitada, puede brillar un autentico poder, que es lo que eres más allá de la apariencia. A esto se refería Jesús cuando decía: “Niégate a ti mismo” o “pon la otra mejilla”. Abstente de intentar reforzar el ego exhibiéndote, queriendo destacar, ser especial, causar impresión o exigir atención. Para ello, abstente de expresar tu opinión cuando el mundo expresa la suya y observa. ¿Qué sientes? Esto no significa que seamos victimas de gente inconsciente que nos maltrate, ya que también podemos decir “no” a alguien con firmeza y claridad, pero libres de toda negatividad. Dice Toller que si te conformas con no ser nadie en particular, con no destacar, sintonizas con el poder del universo. Y lo que al ego le parece debilidad, es en realidad la única fuerza verdadera. Esta verdad espiritual es diametralmente opuesta a los valores de nuestra cultura. En lugar de ser una montaña – enseña el antiguo Tao Te Ching- “sé el valle del universo”. De este modo se restaurará tu totalidad “y todo vendrá a ti”.





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