"Yo no pretendo enseñarte lo que es el mundo me falta también, pero vale la pena disfrutar cada día con mas Flow. Di lo que sientas, has lo que piensas, da lo que tengas y no te arrepientas. Serás del tamaño de tus pensamientos, no te permitas fracasar y sino llega lo que esperabas no te conformes jamás te detengas... No te límites por lo que digan, sé lo que quieras, pero sé tu mismo, y ante todas las cosas nunca te olvides de Dios".

domingo, 31 de julio de 2011

Canaliza bien la Ansiedad

¿Sabias que de un 15 a un 20 por ciento de personas en España padecen estrés o ansiedad? En el último año ha habido más de dos millones y medio de personas que han padecido un trastorno de ansiedad y solo un tercio ha recibido tratamiento. Las consecuencias derivadas del estrés son varias y muy negativas:     
-Modifica hábitos relacionados con la salud y el cuidado personal, aumentan conductas como dormir poco, beber, fumar y comer en exceso.
-Puede ocasionar dolores de cabeza, tensión muscular, problemas digestivos, cardiovasculares o sexuales e incrementa la probabilidad de desarrollar enfermedades inmunológicas.
-También puede afectar a los procesos cognitivos superiores como atención, memoria, toma de decisiones… Por todo esto conviene aprender a manejar el estrés, conocerlo y así poder combatirlo. 

Cómo diferenciar ansiedad de estrés    
Ante un examen, diremos que estamos ansiosos o nerviosos. Pero si hablamos de la época de exámenes, diremos que estamos estresados. En cuanto al trabajo, hablamos de estrés laboral (“Mi trabajo es muy estresante”), nunca de ansiedad. Solo nos percibiremos ansiosos cuando estemos en una situación de riesgo. La ansiedad se relaciona con estados negativos y con nuestra respuesta a lo que ocurre en el día a día. El estrés, sin embargo, es la interpretación que hacemos ante situaciones compuestas por estímulos  positivos (nacimiento de un hij@) o negativos (exceso de trabajo). En ocasiones la ansiedad se convierte en patológica, disparándose de forma imprevista en acontecimientos triviales.                                                                             
                                                                                
         10 Recursos Antiansiedad

Identifica los factores que te provocan malestar. Si no sabes qué te causa úlcera, la subida de tensión o el insomnio, no podrás tomar medidas para protegerte. Analiza tus motivaciones, ambiciones, hábitos y puntos débiles. Conocerse mejor solo requiere un poco de  dedicación y estructuración de los propios pensamientos.
Busca satisfacciones en todas las áreas de la vida: El hogar, el trabajo, aficiones y amigos.
Para sobrevivir, libra solo las batallas importantes, e ignora las triviales. Si tu familia está atravesando un período en el que eres “especialmente necesario”, no te involucres demasiado profesionalmente e ignora los intentos de persuasión para incrementar tu horario en el trabajo.
Toma las riendas de tus problemas y preocupaciones. Haz una lista con todo lo que te preocupa y al lado escribe qué vas a hacer al respecto. Poner por escrito tus problemas tiene un valor terapéutico. Es más fácil resolver dificultades una vez sacadas a la luz.
No temas manifestar tus emociones. Aunque en el ámbito laboral se considera un signo de debilidad, nada hay más dañino que reprimir  las emociones y sentimientos.
Aborda los problemas que crean tensión. Es mejor afrontar tensiones a corto plazo que dejar que se acumulen y se conviertan en ansiedad.
Intenta tener tiempo para acabar las cosas que comienzas  y realizar cada tarea sin tener la atención dividida en otras cuestiones. Sé realista en cuanto a la cantidad de trabajo y establece un orden de prioridades. Al final del trabajo anota las cinco cosas más importantes que tengas que hacer al día siguiente.
Revisa en tu ambiente laboral: Ruido, luz, personas a tu alrededor. Si algo te ocasiona tensiones, procura cambiar la situación. Reorganiza la posición de tu mesa o lleva una planta. Pequeños cambios pueden mejorar la situación. Si no puedes cambiar nada, contrarresta las condiciones negativas con una actividad compensatoria en los descansos o después del trabajo.

Cuando tengas pensamientos negativos pregúntate:  ¿qué hora del día es, he comido recientemente, cuándo hice ejercicio por última vez, cuanto he dormido esta noche?. Si algunas de las respuestas te indican que te encuentras en un momento de baja energía (en los que suelen aparecer pensamientos negativos), frena tales pensamientos y aplaza tu decisión para cuando tu energía se encuentre en niveles más óptimos. Generando así pensamientos positivos, que se traduzcan en actitudes positivas, que te permitan disfrutar más equilibradamente tú día a día.
Canaliza tu estilo de vida y cámbialo si es necesario. Si crees que el estrés te ayuda a satisfacer tus ambiciones, sus efectos serán mínimos. y  aunque suene paradójico en este caso, se trata de un estrés que no es perjudicial.  


                                                           

viernes, 29 de julio de 2011

¿Porqué es así el bebé ?

Tiene los ojos de su Padre, la nariz de su abuela, el cabello de su abuelo  y  la sonrisa de su Madre… En fin cuando nace el bebé, siempre intentamos descubrir a cuál miembro de la familia  se parece. A continuación encontraras una serie de características que estan determinadas por un conjunto de genes y que influyen  en la apariencia tu hij@. Y de seguro te ayudarán a encontrar la respuesta.  
La nariz
El gen de la nariz de puente alto ganchuda domina a la nariz recta y el gen del puente estrecho domina al de puente ancho. Sobre todo la nariz aguileña siempre reaparece. Y la nariz de punta recta domina a la de punta respingona. Pero hay que tener en cuenta que este rasgo siempre adquiere la forma que se acopla bien a la fisionomía de la cara. Esto puede hacer que la nariz del hij@ sea muy diferente a la de ambos progenitores.

Los ojos                                                                                            
Si hablamos del color el gen de ojos oscuros domina al de ojos claros. Aun así un niño cuyos progenitores tengan ojos marrones puede tenerlos azules si tanto su madre como su padre poseen en su material genético la información para ojos marrones (A) y azules (B), heredada de sus respectivos progenitores. Así el niñ@ puede tener: El gen A del padre y A de su madre (AA); el gen A del padre y B de la madre (AB); el gen B del padre y A de la madre (BA) o el gen B del padre y B de la madre (BB). En este último caso los ojos serian azules, es decir hay un 25% de posibilidades de que esto ocurra, respecto de otras características el gen de ojos grandes domina al gen de ojos pequeños, y el de pestañas largas al gen de pestañas cortas.
La boca
El gen de los labios gruesos domina al de los labios finos. Pero en la  forma de la boca influye más de un gen, y como también los de los abuelos dejan huellas, la del hij@ será un mezcla de varias. A veces ni siquiera se reconocen en ella las de los padres.
La altura que tendrá el niñ@    
Los genes de la estatura alta son más fuertes que los de la estatura bajita. Así un padre alto y una madre baja tendrán antes un hijo alto o de una altura media que uno bajo. Si los dos son altos, seguramente el hij@ lo será. Pero en esto también influyen factores externos, como la alimentación.
Color de la piel
Los genes responsables del color oscuro de la piel son más fuertes que los de color claro. Por eso los hijos de un padre negro y una madre blanca o a  la inversa suelen tener un color de piel moreno.

El cabello

El pelo oscuro domina al claro; el no-pelirrojo al pelirrojo, el ondulado al liso y la calvicie a   la    no calvicie. 
Los movimientos
Los niños suelen tener una forma de andar y algunos gestos similares a los de sus padres. Y no es solo por imitación. De hecho, hay hijos que se crían sin sus padres y también se mueven como ellos, lo que prueba que hasta los movimientos se heredan.
Morfología de la cara
El gen de la cara delgada y ovalada domina al de  cara redonda. Y el gen de pómulos normales es recesivo frente al gen de pómulos altos.
 Dios te bendiga Princesita!!      
                

miércoles, 27 de julio de 2011

¿A quién se parece?

Este post va dedicado especialmente a mí ahijada - sobrina: Isabella Sofía, a la cual no   he tenido el placer aun de conocer en directo, por la distancia geográfica que nos separa, pero que cada día siento más cerca por el cariño y afecto que nos unen. Cada fotografía, cada video, que me envían de ella, cada anécdota, se convierte en un  motivo más para dar gracias al dueño de la vida, por permitir que mi niña esté creciendo sana y fuerte, hoy brindo por este rayito de sol  que  ilumina mi vida y llena de alegría mi corazón y el del resto de la    familia.!!!  Públicamente  te doy la bienvenida princesa, a este mundo que en ocasiones no es justo ni hermoso, pero que merece la pena vivirlo con la ilusión y motivación de luchar por cada uno de nuestros sueños y metas… con la convicción y certeza de saber que lo lograras y que a la vez  te ayudaran a madurar y a ser mejor persona. Quisiera estar siempre a tu lado, para levantarte cada vez que caigas, para sostenerte cada vez que tropieces, para secar tus lagrimas y   consolarte cuando quieras llorar, para reír contigo cuando quieras jugar, para escucharte cuando necesites hablar, para compartir tus alegrías y nostalgias. Aquí estoy incondicionalmente para ti mi reina consentida. Espero que algún día puedas leer con tus propios ojitos estas cortas  líneas que hoy con todo mi amor te escribo.  

Mi princesita!!!!       
Los comienzos
La primera célula, que se forma cuando el óvulo y el espermatozoide se encuentran y se fusionan, determina la herencia genética del nuevo bebé. En otras palabras: Es en la fecundación cuando se determina, entre otros muchas cosas, si el pequeñ@ lucirá tus rizos o el pelo liso del padre, si será alt@ o bajit@ de adult@ o incluso si tendrá predisposición a padecer alguna alergia o determinada enfermedad.  En ese momento cada unos de los padres aporta 23 cromosomas que juntos forman 23 pares (un total de 46 cromosomas), en los que está guardado todo el material genético. Que el cigoto se desarrolle como niño o niña depende de lo que aporte el papá. La madre lleva dos cromosomas X (uno de su madre y otro de su padre). Sin embargo, tu pareja tiene un cromosoma X (de su madre) y otro Y (de su padre) y por esta razón aporta dos informaciones. Si en el momento de la fecundación gana el Y, el bebé será un niño (XY); en caso de que gane un X, el bebé será niña (XX).                                                                                                                                                                                                                        
Un mismo origen
Tras la fecundación, esta primera célula se divide rápida y constantemente y pasa de una a dos, a cuatro, a ocho… Y en cada división se van transmitiendo todos los cromosomas. Así nuestro cuerpo está constituido por millares  de células y aunque sus funciones sean diferentes porque se han especializado para cumplir una función determinada, continúan siendo iguales en su esencia, ya que su origen es el mismo: El óvulo y el espermatozoide que se unieron para formar la primera. Por tanto  en cada célula se encuentran  los 46 cromosomas, que son como hilos finos que contienen el material genético, el ADN que agrupa todos los genes. Imagínatelo como un hilo largo, enrollado en espiral (en un tamaño ampliado tiene la forma de una escalera de caracol). Algunos peldaños de  está “escalera” forman un código para una característica determinada, física o psicológica. A ese código es  a lo que llamamos gen, que es portador de los caracteres hereditarios.

Tu hij@ es único
Tenemos un total de 30.000 genes los cuales determinan las características de tu hij@ a nivel físico, pero también condicionan su carácter y sus preferencias innatas hacia determinados juguetes, aficiones, comidas… (Una vez que el niñ@ nace, la educación y el contexto social contribuirán a definir estos aspectos, inhibiéndolos o potenciándolos, para conformar de este modo su personalidad).
Genéticamente no existe un bebe como el tuyo, ya que excepto en el caso de los gemelos idénticos, que tienen los mismos genes porque son fruto de un óvulo que se divide tras su fecundación, todos los seres humanos tenemos un ADN único. Por esa razón el niñ@ se parece a sus padres, pero al mismo tiempo es una persona diferente.

 Un carácter muy suyo                                                 
Dios los bendiga familia!!
Los genes influyen mucho en el carácter con el que niñ@ llega al mundo. Pero no son los únicos implicados en la formación de su personalidad.
Cuestión de Herencia: Cada vez existe  más información acerca de la influencia de la herencia en rasgos de la personalidad como el optimismo, la timidez, el nerviosismo, la introversión y la extroversión, la musicalidad, la inteligencia, la preferencia vocacional… Se calcula que el factor genético para estos rasgos oscila entre el 40% y el 60%.
Cuestión de Educación: El entorno social y la educación que recibe también influyen en el niñ@.  Así, si un bebé nace con talento para la música pero nunca la oye ni da clases, difícilmente se desarrollará esta faceta suya. O si es tímido pero recibe apoyo en casa, aprenderá a desenvolverse bien en sociedad.
O De La Unión de Ambas:
Lo más curioso de todo es que los genes no son inalterables sino que sufren variaciones químicas por influencia de las experiencias que la persona vive a lo largo de su vida. Así un gen “durmiente” puede activarse si el entorno lo estimula. De manera que hay un continuo proceso de intercambio entre los genes y el entorno, con lo que el niñ@ tímido puede aprender a serlo menos y la niña nerviosa a canalizar sus energías y concentrarse mejor. En su forma de actuar siempre hay un parte innata y otra adquirida. Por eso, darle una buena educación empieza por descubrir cómo es y ofrecerle después las mejores oportunidades de acuerdo con el “material innato”.
En definitiva, tu hij@ tiene mucho de ti y tu pareja, y no solo lo que ha heredado genéticamente, sino también lo que le transmiten día a día con sus enseñanzas,  con  sus cuidados, actitudes y cariño. Finalmente hay que recordar que el niñ@ ve, el niñ@ hace. Es como una esponja que lo absorbe todo. Para mayor ilustración les comparto este interesante video.                                                                                                 

                 

sábado, 23 de julio de 2011

Personas que cuidan de personas…

Esto suena a la publicidad de  "Mapfre seguros" (1ª seguradora Española).  Pero   No es así, estos se llaman casos de vida la real, y no estamos excentos de que nos corresponda súbitamente  desempeñar la tarea de cuidar a familiares o amigos que dadas las circunstancias, desafortunadamente no puedan volver a valerse por sí mismos. Por eso este post va dedicado a todas aquellas personas, que cuidan de personas. Para motivarlas positivamente  y reconocerles en voz alta tan importante labor que realizan, a la vez que  facilitarles algunas recomendaciones,  porque hay que tener en cuenta que para cuidar, debemos cuidarnos también.  
                                                                    
Isabel de 52 años  de edad, lleva un año cuidando de Juan, su marido, afectado por una enfermedad degenerativa. Sus 4 hijos viven en la misma ciudad, pero debido a cuestiones laborales sólo pueden hacerse cargo de su padre los fines de semana. Aunque ella desde un principio asumió el cuidado como algo natural y voluntario, lo cierto es que, desde hace unos meses, lo que comenzó como una nueva etapa en su vida se ha convertido en una misión imposible. “Al principio me organizaba bien, de hecho, les dije a mis hijos que no tenían que preocuparse, que yo podía sobrellevar la carga, ya que no trabajo desde hace años y disponía de tiempo suficiente. Pero ha llegado un momento en el que me siento agotada, física y psicológicamente. Cuidar de una persona 24 horas al día, siete días a la semana, los 365 días del año… es Agobiante. Llega un momento en el que flaqueas y te encuentras en una espiral sin salida”. Según los especialistas, situaciones como la de Isabel son muy habituales, ya que cuidar es un acto generoso que tiene una  dosis de recompensa, pero si no se planifica puede acabar minando hasta los más fuertes.

El factor emocional es clave 
Aunque se trata de una conducta natural, lo cierto es que algunas enfermedades, especialmente las crónicas, exigen una dedicación exclusiva a los familiares más cercanos.  María Jesús Alarcón, psicóloga clínica y psico-oncóloga de la Asociación Española de afectados por Linfomas, Mielomas y Leucemias (AEAL), explica que “en el transcurso de nuestras vidas, inevitablemente, ejercemos ambos roles, el ser cuidado y el ser cuidador. Sin embargo, aprender a ser cuidadores no es algo automático. No se puede perder de vista el doble reto que supone cuidar: Por un lado satisfacer las necesidades físicas y emocionales del paciente y, por otro, mantener en funcionamiento familiar con normalidad”. Por este motivo, como le sucede a Isabel, no es extraño que estas personas sufran alteraciones emocionales como estrés, ansiedad, tristeza profunda o, en algunos casos, depresión. Dejar el trabajo en manos de la improvisación o del azar puede tener consecuencias fatales.  “Al principio cuando le diagnosticaron la enfermedad  a mi marido, viví una especie de shock, estaba muy angustiada. Después empecé a dormir mal, dejé,  de comer bien y más tarde me invadió la tristeza. Hace unas semanas, cuando noté que caía en picado, fui al médico y comencé un tratamiento antidepresivo”, comenta. En este sentido, Alarcón explica que “lo ideal sería plantearnos cuestiones antes de ser cuidadores, pero suele ocurrir que es una situación repentina y no planificada. Y cuando se trata de un ser querido, mantener el equilibrio emocional es a veces una tarea de titanes: Sufrimos cuando le dan el diagnóstico, durante los tratamientos, por el proceso mismo y pos sus silencios”.
Según María Jesús Luzán, presidenta de la Asociación de Cuidadores Familiares, “el 62% de los cuidadores presentan depresión establecida, sin diagnosticar y sin tratar. Generalmente aprenden a realizar la labor con la técnica ensayo/error, eso genera mucho malestar, ansiedad y frustración. Todos creemos que podemos asumir ese trabajo sin dejar las obligaciones que teníamos hasta entonces. Y al principio funciona, pero después nos rompemos”. Esto fué lo que le ocurrió a María hija única de 34 años, que hace unos meses tuvo que asumir el cuidado de su  padre, enfermo de cáncer. Después de meses entregada por completo  a esta tarea, tuvo que aceptar que su supuesta fortaleza  ante las adversidades había quedado tan reducida que necesitaba apoyo. “empecé a faltar al trabajo, cada día era como una gincana  que asfixiaba. Adoro a mi padre y quería  ayudarle pero estaba desorientada y empecé a sentirme tan débil que no era capaz de darle ánimos. Había caído en una depresión pero no lo sabía, hasta que un día un amigo médico me recomendó que fuese al psicólogo. Ahora tengo claro que para cuidar primero hay que cuidarse uno mismo, aprender a delegar y, en la medida de lo posible mantener tu propio espacio”. Como indican los expertos, atender nuestras necesidades no es desatender al enfermo, sino ayudarlo.
Síndrome del cuidador   
Dificultades para conciliar el sueño, agotamiento, sentimiento de angustia… Son tan sólo algunos de los trastornos del “síndrome del cuidador”, una alteración que afecta al 80% de las personas que prestan cuidados y asistencia a un enfermo dependiente. Los expertos aconsejan tener en cuenta varios aspectos: “Es importante informarse de cómo  atender los cuidados físicos del paciente, qué material o medicación tener, saber cómo actuar si hay una urgencia y conocer cómo cuidarnos nosotros mismos. Además, entrenarse en alguna técnica reductora de la ansiedad, como la relajación, la hipnosis o el yoga, aumenta la resistencia al estrés”, explica María Jesús Alarcón. Según la experta, sentir que somos útiles y podemos acompañar y aliviar al enfermo convierte en POSITIVA una tarea que se por sí es muy dura y difícil. 
 Éste es el caso de Antonio, de 47 años, que lleva dos años encargado de su hija menor, que quedó en silla de ruedas tras sufrir un accidente automovilístico. Desde un principio planificó todo con su mujer, Andrea, y empezaron lo que ellos mismos denominan “una nueva etapa”. “Desgraciadamente, un familiar cercano había pasado por una situación similar, así que no dudamos en seguir su ejemplo.   Además, dentro de todo lo malo son muchos los amigos y seres queridos que han demostrado su apoyo incondicional, y hemos afirmado nuestra escala de valores. Aunque resulte extraño, sentimos que somos algo más afortunados de lo que creíamos.”                                                                      
                                                                  
                                                                                                                                                                                                                                           
        Recomendaciones
1.    Organizar el tiempo y valorar la posibilidad de apoyo por parte de otras personas o, si resulta necesario, conocer, conocer las diferentes opciones de cuidado profesional. Además buscar apoyo emocional es siempre una buena opción.
2.    Reservar un tiempo al día para descansar o realizar aquellas actividades que realizábamos antes. Así como mantener el contacto con familiares y amigos. Dormir lo suficiente y alimentarse
de manera adecuada. Asimismo realizar ejercicio  físico de forma regular puede ayudarnos a estar mejor.
3.    Antes de desarrollar nuestro papel de cuidadores. Debemos plantearnos varios aspectos: Cómo podemos atender al paciente, qué podemos hacer si surge una situación de emergencia, qué actitud debemos mantener para no descuidarnos a nosotros mismos…
4.    El factor emocional resulta clave, y puede dificultar nuestra intervención. Es muy importante reflexionar sobre los beneficios que puede  aportarnos el cuidado.
5.      Cómo mediadores debemos mostrarnos comunicativos con el enfermo, pero también expresar nuestros sentimientos y nuestras necesidades.                    
                                                                                               
             

miércoles, 20 de julio de 2011

Acepta la vida y vive sin estrés (2ª parte)

PROCESO DE ACEPTACIÓN                                                         
-Siempre viene cargado de opciones, de creatividad, de tranquilidad, mientras se espera a que las condiciones sean las adecuadas.
-Se acompaña de una mayor conciencia. Así, el momento nos esté indicando que lo más adecuado es no hacer nada.
-Genera ilusión, y en esa actitud tendremos la lucidez de saber cuál es el siguiente paso y el momento oportuno para darlo.
-Aceptar es amistarse con los fantasmas, con las sombras, con el miedo, con “el otro que hay en ti”, sentarse en la misma mesa con el dolor, mirarle a los ojos e incluso compartir un café.

PONTE EN ACCIÓN
Todo pasa por aceptar. Aceptar que, dentro de las situaciones que nos inquietan, existe un alto porcentaje de circunstancias que se escapan totalmente a nuestro control. No podemos controlar el trabajo de otros, que el clima cambie nuestros itinerarios, que la situación económica mejore, que nuestros seres queridos no enfermen o que el jefe se haya levantado malhumorado. Si alimentamos  en nuestro pensamiento la búsqueda de soluciones a lo que no controlamos, terminamos exhaustos y vencidos, con toda la razón. Cuando algo no depende absolutamente de nosotros, por más que le demos vueltas en nuestra cabeza, nada lograremos transformar. Más bien todo lo contrario: Entraremos en ciclos de preocupación, que si no logramos detener, consumirán nuestra energía, nuestro tiempo y muy probablemente pasarán factura al desempeño de nuestras tareas personales y laborales.
De ahí la importancia de distinguir con claridad las situaciones sobre las que podemos tomar decisiones, sobre las que directamente podemos incidir. Entonces la preocupación se transforma en un proceso creativo dirigido a construir las estrategias precisas y a evaluar los tiempos correctos. En cada situación la vida nos está pidiendo detenernos, observar y preguntarnos: ¿Esto que me ocupa, que está consumiendo mi tiempo, tiene que ver con algo que yo pueda hacer para transformarlo?, Si la respuesta es negativa, lo que necesitamos es atender nuestro cuerpo y necesidades, mientras afuera amaina el temporal.

A MAYOR ACEPTACION, MENOS ESTRÉS  
Si decides iniciar el proceso, si te comprometes con la observación compasiva de ti mismo, la aceptación será una cualidad que impregnará de vitalidad tus actos, te permitirá sentirte ligero por la vida, ya que implica soltar expectativas y esperanzas, y poco a poco irá transformando esos ojos con los que crees ver el mundo. Si empezamos a aceptar que la vida es esta, tal cual, la de hoy, que nada es bueno o malo, en sí mismo, simplemente “es”, muy seguramente el estrés no tendría lugar. El estrés está directamente relacionado con nuestra capacidad de aceptar, ya que el conflicto interno diario entre lo que es y lo que debería ser, ocupa nuestra mente cargando nuestros actos con su resistencia y dejando poco espacio a la creatividad. Vivir estresados significa vivir en la “no aceptación”, es un indicio de que hay situaciones en la vida personal y/o laboral que no terminamos de aceptar. Significa que probablemente, intentamos controlar en exceso el curso de la vida, cuando lo mejor que podemos hacer es dejarla fluir tal cual venga y aceptarla con agrado.
           

lunes, 18 de julio de 2011

Acepta la vida y vive sin estrés

 Si en algún momento del día nos detuviéramos ante la calidad de nuestros deseos, fácilmente podríamos observar que nos pasamos el día deseando que las cosas sean diferentes: Deseando no estar en el autobús sino en nuestro destino; deseando  que se termine la jornada laboral; que llegue el fin de semana; que el trabajo sea diferente; que la relación con la pareja sea de otra forma; que la pareja sea de otra forma; que la cola en el banco sea más corta... Deseando, deseando y deseando… Pero la vida insiste en ser tal cual es, y no lo queremos ver. Las circunstancias son las que son. Todo sucede en su debido momento.
Cuando te entregas a la observación y cultivas la habilidad de ver las cosas tal cual son, irremediablemente empezará a surgir en ti la cualidad de la aceptación. Es un proceso natural. No  parte del deseo de  aceptar; nace de la práctica de la observación desligada.
Cuando te relacionas y te haces cargo de aquello que las situaciones o las relaciones generan en ti, comienzas a responsabilizarte. Reconoces como tuyos esos sentimientos, las interpretaciones, los actos. No eres victima de la realidad; todo aquello que pasa por tu ser es tuyo, no de la situación o del otro; sencillamente, te pertenece. Decides ver al otro tal cual es, y empiezas a asumir todas las proyecciones que has hecho sobre él, todas las expectativas, que finalmente eran solo tuyas y que  has puesto sobre las relaciones, en casa, en el trabajo, contigo mismo. Solo de allí surge la aceptación; es resultado, no inicio o propósito.

                 

La resignación y el conformismo son otra cosa:
Nacen del miedo,  de la resistencia a observar  y contactar con lo que pasa en nuestra realidad más íntima, de las decisiones pendientes, el descuido del propio cuerpo, la superficialidad en las relaciones o la larga lista de insatisfacciones que llevamos a cuestas (pero que a veces preferimos que sigan allí, pesando en nuestra espalda con tal de no verlas de frente).  Surgen del temor a perder la posición cómoda en la que creemos estar y no permitirnos salir de nuestra zona de confort personal.
Suelen acompañarse de una actitud de abandono, de falta de ilusión, de falta de compromiso… Permitirnos que los días transcurran repitiendo las mismas acciones, los mismos pensamientos, alimentando los mismos sentimientos, esperando qua la solución venga de afuera, o que un golpe de suerte cambie nuestro destino.
Cuando estamos en estado de resignación, consideramos que cualquier solución vendrá de afuera, responsabilizamos a los otros de lo que vivimos: La culpa es de los jefes, la pareja tiene un carácter muy difícil, mi madre es impaciente, el estado debería ayudarme más…. Y es así como justificamos nuestra falta de acción, repitiéndonos constantemente que ya está bien el trabajo que tenemos; que con la situación que hay no es un buen momento para poner en marcha cambios; en fin que la relación que tenemos con nuestra pareja no es tan mala; que más vale malo conocido que bueno por conocer…, y la lista de excusas se hace interminable.   
 Nuestro cuerpo se relaja solo si nuestra mente lo hace.         
Cada vez que el conflicto reaparece en nuestro interior, recurrimos rápidamente a ellas para intentar apagar la sensación desagradable que genera en nuestro cuerpo la alarma que se enciende indicando que algo no va bien. Sin embargo, el alivio que proporcionan las justificaciones es transitorio y como efecto secundario, alimentan la impotencia, la frustración, el hecho de sentirnos incapaces de movernos, de enfrentar lo que en el fondo, y aunque sea de manera superficial, sabemos que existe porque lo sentimos. 

domingo, 17 de julio de 2011

¿Porqué elegimos relaciones tóxicas?

No aprendo, siempre doy con el mismo tipo de hombre indeseable. Puede que no sea tu caso, pero todos tenemos algún amigo o familiar que sólo encadena parejas que le hacen sufrir. Son las llamadas “relaciones tóxicas”, que producen frustración, dolor, y dejan la sensación de que nos has utilizado.


Por qué sucede:
Este patrón se repite porque la persona tiene una visión distorsionada de lo que es una relación de pareja. No percibe los efectos destructivos del otro, solo siente una ciega atracción que no puede reprimir, reduciéndose a lo que piense, diga o haga el otro. Existen distintas teorías psicológicas que tratan de explicar por qué sucede.
El conductismo:
Argumenta que estas relaciones son modos aprendidos de vincularse que deben “desaprenderse” para ser sustituidos por conductas más sanas.
El existencialismo:
Las concibe como parte de un proyecto de vida de la persona en el que el sacrificio es sinónimo de realización personal.
La teoría psicoanalítica:
Sostiene que son relaciones basadas tanto en el placer como en la hostilidad, semejantes a relaciones traumáticas vividas en la infancia.
Las teorías cognitivas:
Afirman que las personas que  sufren se empeñan en ver la realidad que quieren ver teniendo total control y autonomía sobre la misma para modificarla o continuar atado a experiencias pasadas, que nutren dicha conducta. 

Encuentra el equilibrio en el amor
Se esté en pareja o soltero, la principal razón de sentirnos desdichados es creer que no nos aman. Sin embargo, de lo que no somos conscientes, en muchas ocasiones, es  que el amor no es innato, sino que requiere un aprendizaje, a veces largo. Además como señala la psicóloga Isabel Menéndez en su libro la construcción del amor, el desarrollo psíquico  juega un papel muy importante, ya que se aprende a amar cuando estamos en paz con nuestro pasado y nos aceptamos tal cual somos. Alcanzada esa madurez emocional, buscamos satisfacer nuestros más íntimos deseos, disfrutando de una visión de amor basada en el equilibrio. Para llegar a este estado y que la relación sentimental se mantenga  en el tiempo, la autora recuerda algunas condiciones que toda pareja debe reunir:
-Ser capaces de reconocer y superar las crisis, para que el vínculo amoroso se haga más fuerte.
-Conectar sexualmente, sin olvidar que no se puede mantener la misma pasión que al comienzo de la relación.
-Admirarse mutuamente. Ver al otro como el “mejor” en algo.
-Alternar los roles. A veces uno lidera y el otro se deja llevar, pero ninguno tiene siempre el papel de “fuerte” o “débil”.
-Ser muy tolerante con los defectos de la pareja, para poder disfrutar de  lo bueno que aporta a la relación.


                   

                                                        
                                                            

martes, 12 de julio de 2011

Bueno o malo, amanecerá y veremos…

 Mi madre, que, como todas las madres es muy sabia, a veces, cuando me pasa algo, me dice:”sea bueno o sea malo, amanecerá y veremos”, porque  lo que en un momento determinado piensas que es malo para ti puede acabar siendo bueno.
Explica Jenny Moix en una entrevista, cuando le preguntaron si algunas veces nos preocupamos más de lo necesario.”La vida es tan complicada y tan compleja que nunca sabemos si lo que pasa va a ser para bien o para mal.” Algo que la psicóloga ejemplifica con un conocido cuento:” A un campesino se le escapa un caballo y la gente le dice: ‘Que mala suerte, ahora no podrás arar el campo’, a lo que el campesino responde: ’Malo o bueno, ya se verá ‘. Al cabo del tiempo regresa el caballo con una yegua y la gente le dice: ‘Que suerte, ahora, tienes dos caballos’, y el campesino vuelve a decir: ‘Bueno o malo, ya se verá ‘.Entonces, su hijo, montando a la yegua se cae y se rompe una pierna, y los vecinos dicen al campesino: ‘!Que mala suerte!, ahora no tendrás a nadie que te ayude ‘, a lo que él responde una vez más: ‘ Bueno o malo, ya se verá ‘. Poco después estalla una guerra en el país y reclutan a todos los jóvenes del pueblo menos al hijo del campesino por tener la pierna rota...
COMO EN EL CUENTO LO APARENTEMENTE MALO PUEDE ACABAR SIENDO UNA SUERTE, Y A LA INVERSA.”   
 Pero es precisamente ese no saber qué consecuencias tendrán los giros inesperados que nos depara la vida una de nuestras principales causas de inquietud y malestar.  Buscamos afanosamente un espejismo de seguridad y rechazamos los cambios, sin darnos cuenta de que, lo queramos o no, éstos son parte inherente a la vida. “Es precisamente ese apego a las cosas, como si fueran inmutables, una de las grandes fuentes de sufrimiento”.

Por consiguiente, ese miedo que asumimos frente al cambio es el que nos  lleva a vivir según premisas rígidas que nos aportan una falsa sensación de seguridad y que a menudo nos restringen, impidiéndonos evolucionar y lastrando cualquier opción de felicidad.
Ahora bien está claro que no podemos elegir todo lo que nos ocurre en la vida y que todos vamos a pasar en un momento u otro por situaciones difíciles: Sufrir un accidente, perder un empleo, vivir un desamor…En esas situaciones adversas, la felicidad  puede parecer una posibilidad improbable, pero lo cierto es que casi siempre nos sobreponemos. Incluso con el transcurso del tiempo podemos llegar a sentir que superar una dura prueba nos ha demostrado que podemos confiar más en nosotros mismos, o incluso que aquello que en primera instancia parecía  un contratiempo insalvable ha acabado teniendo un resultado beneficioso. Todo es cuestión de actitud,  una actitud positiva,  que sabe reconocer lo que nos ocurre, sin evadirnos para evitar el dolor, para poder aceptarlo si no está en nuestras manos cambiarlo o poder afrontarlo si podemos modificar las circunstancias que nos tocan vivir. En síntesis ”Aceptar el sufrimiento, lo reduce. No aceptarlo lo aumenta.”