PROCESO DE ACEPTACIÓN
-Siempre viene cargado de opciones, de creatividad, de tranquilidad, mientras se espera a que las condiciones sean las adecuadas.
-Se acompaña de una mayor conciencia. Así, el momento nos esté indicando que lo más adecuado es no hacer nada.
-Genera ilusión, y en esa actitud tendremos la lucidez de saber cuál es el siguiente paso y el momento oportuno para darlo.
-Aceptar es amistarse con los fantasmas, con las sombras, con el miedo, con “el otro que hay en ti”, sentarse en la misma mesa con el dolor, mirarle a los ojos e incluso compartir un café.
PONTE EN ACCIÓN
Todo pasa por aceptar. Aceptar que, dentro de las situaciones que nos inquietan, existe un alto porcentaje de circunstancias que se escapan totalmente a nuestro control. No podemos controlar el trabajo de otros, que el clima cambie nuestros itinerarios, que la situación económica mejore, que nuestros seres queridos no enfermen o que el jefe se haya levantado malhumorado. Si alimentamos en nuestro pensamiento la búsqueda de soluciones a lo que no controlamos, terminamos exhaustos y vencidos, con toda la razón. Cuando algo no depende absolutamente de nosotros, por más que le demos vueltas en nuestra cabeza, nada lograremos transformar. Más bien todo lo contrario: Entraremos en ciclos de preocupación, que si no logramos detener, consumirán nuestra energía, nuestro tiempo y muy probablemente pasarán factura al desempeño de nuestras tareas personales y laborales.
De ahí la importancia de distinguir con claridad las situaciones sobre las que podemos tomar decisiones, sobre las que directamente podemos incidir. Entonces la preocupación se transforma en un proceso creativo dirigido a construir las estrategias precisas y a evaluar los tiempos correctos. En cada situación la vida nos está pidiendo detenernos, observar y preguntarnos: ¿Esto que me ocupa, que está consumiendo mi tiempo, tiene que ver con algo que yo pueda hacer para transformarlo?, Si la respuesta es negativa, lo que necesitamos es atender nuestro cuerpo y necesidades, mientras afuera amaina el temporal.
A MAYOR ACEPTACION, MENOS ESTRÉS
Si decides iniciar el proceso, si te comprometes con la observación compasiva de ti mismo, la aceptación será una cualidad que impregnará de vitalidad tus actos, te permitirá sentirte ligero por la vida, ya que implica soltar expectativas y esperanzas, y poco a poco irá transformando esos ojos con los que crees ver el mundo. Si empezamos a aceptar que la vida es esta, tal cual, la de hoy, que nada es bueno o malo, en sí mismo, simplemente “es”, muy seguramente el estrés no tendría lugar. El estrés está directamente relacionado con nuestra capacidad de aceptar, ya que el conflicto interno diario entre lo que es y lo que debería ser, ocupa nuestra mente cargando nuestros actos con su resistencia y dejando poco espacio a la creatividad. Vivir estresados significa vivir en la “no aceptación”, es un indicio de que hay situaciones en la vida personal y/o laboral que no terminamos de aceptar. Significa que probablemente, intentamos controlar en exceso el curso de la vida, cuando lo mejor que podemos hacer es dejarla fluir tal cual venga y aceptarla con agrado.